¡No hemos pateado traseros ni mascado chicle en mucho tiempo! Duke Nukem es una franquicia que ha ido desapareciendo en en silencio, pero gracias a Ion Fury nos hemos dado cuenta de lo que nos estábamos perdiendo.
Con las calles peligrosas de NEO DC como escenario, tomas el control de una protagonista muy inteligente, llamada Shelly “Bombshell” Harrison, que siempre lleva un arma encima, y con ella defiendes la ciudad que acabamos de mencionar frente al Dr. Jadus Heskel y su ejército de soldados cibernéticos mejorados. Mientras te abres paso a tu manera por las siete zonas del juego, te enfrentas a hordas de enemigos y de jefes en este FPS de estilo retro que te hará sentir nostalgia. El objetivo principal es matarlos a todos y, para alcanzar esta meta, tienes que coger armas, atacar con ellas de vez en cuando y causar una lluvia de tiros cada vez que algo se mueva. Además, tienes que descubrir todos los secretos ocultos en los diferentes niveles, mientras pulsas interruptores y buscas diversas llaves de colores para abrir puertas. Todos los que estén familiarizados con las versiones de la vieja escuela de Doom y Wolfenstein se sentirán como en casa.
Hemos mencionado palabras como retro y nostalgia, características que se deben, en parte, a los gráficos. Ion Fury se ha creado tomando como base Build Engine, el mismo motor gráfico que se utilizó en los clásicos, como por ejemplo en Duke Nukem. Al principio no nos convencía mucho el aspecto visual, pero después de un rato nos sumergimos totalmente en el juego y entendimos que el estilo visual se ajustaba perfectamente a la experiencia que ofrece. A veces los enemigos se ven totalmente planos si te pones encima de ellos, recordándonos a aquellos tiempos en los que los gráficos no eran tan importantes y lo fundamental era la experiencia de juego y la diversión. ¡Eso es lo que nos vamos a encontrar aquí: mucha diversión!
Las similitudes con Duke Nukem no terminan ahí. La protagonista femenina es muy inganiosa, al igual que Duke, y algunas de sus frases nos han sacado unas cuantas risas. Siempre es reconfortante descubrir un personaje tan interesante y cautivador como este en un juego y, además, hay que darle la enhorabuena a Valerie Michelle Arem, porque su interpretación es magnífica. El juego también cuenta con una buena dosis de referencias culturales, como por ejemplo el logo de una coffee shop en verde y blanco, con un dibujo que parece una hoja de cannabis, o una lata de refresco roja y blanca en la que parece que se puede leer “cock” (“pene” en inglés). Decimos “parece” porque los gráficos se ven un poco pixelados a veces si miras de cerca la imagen.
Además, hay un gran repertorio de enemigos y de armas para matarlos. Puedes encontrar pistolas para derrotar a unos monstruos con cabeza de araña y metralletas para prender fuego a los rivales cibernéticos, además de una ballesta que puedes utilizar para acabar con un ciempiés que escupe ácido. Hay diversión para dar y regalar.
Sin embargo, cabe mencionar un par de cosas. En primer lugar, la tasa de fotogramas por segundo a veces desciende y la imagen pega tirones. El juego no se cae, pero es algo molesto (hablamos del juego en PS4). Después están los comentarios que dicen nuestros adversarios, que repiten las mismas frases una y otra vez. Que sí, que son soldados cibernéticos mejorados, pero acaba incordiando bastante.
Hemos tenido otro problema, en este caso con los controles, que son muy sensibles para un shooter de consola. Modificamos la sensibilidad de la cámara, que parecía estar muy alta por defecto. Asimismo, a veces las pistolas se disparaban y podríamos asegurar que no habíamos presionado el gatillo ni un poco. La selección de armas no es la más intuitiva que hemos visto, así que pulsábamos torpemente la cruceta. Nos hemos sentido como en los viejos tiempos, sin duda, pero la experiencia podría haber sido mejor.
Por último, nos ha desconcertado que no haya un modo multijugador, porque es una experiencia que habría ganado mucho en línea. Creemos que un multijugador le habría dado longevidad. Hay bastante que hacer en el juego, muchos secretos que descubrir, algunas dificultades a las que enfrentarse y una acción divertida que le aporta mucho valor por sí sola, aunque alguna razón más para querer repetir sería de agradecer.
En resumen, lo hemos pasado muy bien jugando a Ion Fury, pero este FPS de estilo retro no es para cualquiera. El problema eventual con el framerate, los enemigos diciendo las mismas frases en bucle y los gráficos desfasados pueden desanimar a unos cuantos. Dicho esto, el cachondeo está asegurado, sobre todo si eres fan de los títulos clásicos de este género. Como dijo una vez un viejo amigo: “come get some”.